Os presento una
escultura de Ricardo Flecha de los años 90, que pude contemplar en una
exposición hace un tiempo. Me llamó la atención, poderosamente la atención. De
grandes proporciones, el autor presenta a un Jesús sufriente, en el momento en
que Pilato, sacándolo al pretorio tras su flagelación y tortura sentencia:
“Ecce Homo, este es el hombre”.
Mirando la
escultura me vienen a la cabeza rostros, nombres, imágenes… todos miran hacia
el cielo esperando una respuesta porque no se aguanta más la mirada sobre la
tierra. La imagen de un Jesús descarnado, flaco, herido, humillado y amarrado
por el cuello con una cadena de metal, me recuerda a tantos otros hombres y
mujeres del siglo XXI que soportan la vida erguidos, pero bajo el peso del
dolor.
Ecce Homos
descarnados en las vallas para frenar su paso en la vida, Ecce Homos
desahuciados y agobiados por los pagos a final de mes, Ecce Homos flagelados
por las adicciones, Ecces Homos que se mueren de hambre y de sed, Ecces Homos
condenados a prostituirse y convertidos en negocio, Ecces Homos víctimas del
poder, del dinero, de la imagen, de lo espectacular, de las leyes, de lo
deshumanizador, Ecce Homos como Jesús.
Cuando Pilato
afirma “Ecce Homo”, posiblemente sin ninguna intención, acaba proponiendo la
gran verdad por excelencia, “Este es el hombre”, el verdadero hombre, sin
máscaras, sin engaños, y es en él donde se cumplen las máximas aspiraciones de
todo hombre y mujer. Paradójicamente este hombre real se nos muestra así de
herido, apartado por el resto de hombres a la periferia de lo existente, y
morirá extramuros, de nuevo en la periferia de la ciudad. En las periferias de
la vida nos encontramos también con otros Ecce Homos, periferias de las que recientemente
hablaba el Papa Francisco.
Hace unos días leía
un artículo muy interesante del dominico Martín Gelabert, que a colación de una
entrevista en el diario Levante a Santiago Agrelo, arzobispo de Tanger, reflexionaba
sobre la existencia de otras muchas periferias en torno a las que deberíamos
pararnos y pensar, sin olvidar que Jesús se identifica con ellas. Jesús no se
identifica con los poderosos de ninguna condición, no se identifica con ninguna
ideología política, ni se identifica con… (ponle nombre tú); Jesús se identifica con los pobres, y hay muchos
tipos de pobrezas y muchos tipos de periferias. Jesús replantea esta nueva
forma de mirar, de vivir, de hacer
crecer su proyecto “El Reino de Dios”. ¿Abrir fronteras para integrar
periferias? Es un reto.
Qué razón tienes, Luis. Cuántos "ecce homos" a los que acoger y abrazar. El mundo actual está lleno de personas que necesitan algo: alimentos, compañía, salud... Pero quiero hacer una humilde aportación a lo que has escrito. Muchos de esos "ecce homos" no salen de su situación por el egoísmo, el desprecio o la indiferencia de los hombres, de todos nosotros. Así que propongo una mirada al interior de cada uno de nosotros. ¿Tenemos dentro algo de fariseo, de Pilato, de sayón...? Y no planteo esta reflexión con el objetivo de sentirnos culpables, sino para que, desde nuestro interior y con la ayuda del Espíritu, podamos construir un mundo nuevo basado en la justicia y en la paz. Felicidades por tu blog.
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