jueves, 24 de abril de 2014

La primavera y la Resurrección

La luz de la primera luna llena de la primavera nos señala que un año más el Señor pasa.
Pasar es Pascua.
Si la experiencia no nos enseñara que los tristes árboles desnudos durante el invierno, volverán a vestirse de blanco durante la primavera, tendríamos la total certeza de que han muerto. Pero la experiencia sensible y acumulada a lo largo de nuestros años de vida nos hace confiar (cum fides, esto es  con fe) en que no están muertos, sólo dormidos durante el letargo invernal. Con la primavera el campo mueve, despierta,  y este despertar nos hace estar más vivos a nosotros que formamos un todo con la naturaleza, nos recreamos en la belleza de las flores, se ensancha nuestro espíritu, parece que el mundo resucita, que el frío invernal que en ocasiones se aloja en nuestros corazones paralizándolos, comienza a revenir, y a tornar este, en el motor cálido que hace latir nuestras existencias. Cómo resuenan aquellas palabras del profeta… “os arrancaré el corazón de piedra, y os daré uno de carne”.
Es en la primavera cuando celebramos la Resurrección de Jesús, y no como un mero ritual albardado de palabras y gestos, sino  como la vivencia de fe del que sabe que su amado vive. La resurrección de Jesús implica muchas realidades que por analogía podemos perfilar, aun con todo, siempre nos quedaríamos cortos al intentar describir lo que conlleva.
La Resurrección significa que Dios Padre le da la razón a su Hijo Jesucristo, quitándosela a los hombres que no quisieron recibirlo, a los sacerdotes que lo habían condenado a muerte por declararse Hijo de Dios, y por poner en entredicho la forma en que éstos vivían la religión, donde predominaban más las formas, las leyes y lo normativo que las personas.
La Resurrección significa que el odio, la violencia y el mal serán destruidos y que la última en ser aniquilada será la muerte y esta ya no tiene la última palabra sobre el hombre y la mujer sino la vida.
La resurrección significa que la tumba está vacía, que no busquemos entre los muertos a los que viven y nos hace saltar de gozo, pues Jesus vive la vida de Dios y es libre, la misma libertad de vida que se abre para nosotros.
La resurrección significa que a pesar de todo lo que me vaya aconteciendo en la vida, bueno y malo, puedo integrarlo en mi existencia sabiendo que hay un más, y que hay uno que me amó antes que yo a Él, que me lleva de la mano hacia su morada.
La resurrección significa que no puedo callar ni guardar esta noticia para mí,  sino que tengo que gritarla con voz potente a los cuatro puntos cardinales para que la dicha que da la vida se contagie y se multiplique.  Esta Vivo.
Feliz Pascua.

1 comentario:

  1. Muy bueno el artículo. Estoy contigo. La muerte de Jesús no podía quedar en vano. Todo el bien que había hecho en esta tierra, todo lo que había predicado y nos había enseñado, no podía ser machacado por unos pocos e incluso sus amigos que hasta le negaron por miedo. El domingo de Ramos lo aclamaron Rey y a los 5 días lo condenan...Que incoherentes somos los hombres... pero Jesús resucitó y está vivo. Pido al Señor que esa llama de la luz y esa agua que se bendicen el día de Sábado Santo en la misa de Resurrección iluminen nuestras mentes, fortalezcan y aumenten nuestra fe y enciendan el fuego del amor en nuestros corazones.

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